LA EDUCACION en
Panamá
Los libros y textos de historia y de la educación,
nos dicen, que la palabra educación
procede de la latina ēducātiō o educatĭo, educatĭōnis, que inicialmente tenía
una acepción semejante a la de criar o crear y desde la palabra ēdūcō, ē-=
fuera, desde y dūcō = extraigo, guío, conduzco; y que la misma, está compuesta por
dos raíces latinas: educere y educare, siendo el segundo derivado del primero.
Lo importante es, que educere
etimológicamente significa promover el desarrollo intelectual y cultural del
educando, es decir, desarrollar desde las propias potencialidades psíquicas y
cognitivas del educando el intelecto y el conocimiento.
La historia de la educación se ciñe a la
división de las edades del hombre; así tenemos que en
los inicios de la Edad Antigua hay que situar las
concepciones y prácticas educativas de las culturas india, china, egipcia y
hebrea. Para después durante el primer milenio a.C. se desarrollan las
diferentes paideias griegas, arcaica,
espartana, ateniense y helenística. Seguidamente en el mundo romano, que asimila
el helenismo incluyendo el
terreno docente, gracias a Cicerón, que fue el principal
impulsor de la llamada humanitas romana.
El fin del Imperio Romano marca el final del
mundo antiguo y el inicio de la larga Edad Media con la caída de
Constantinopla hasta el descubrimiento
de América.
En la educación con El Cristianismo, nacido y extendido
durante el Imperio Romano, se asume la labor
de mantener el legado clásico, tamizado y filtrado por la doctrina cristiana.
Posteriormente se desarrolla la pedagogía
eclesiástica, en particular la de los jesuitas, fundada por Ignacio de Loyola,
que se desarrolla entre 1548-1762 y más tarde retorna en 1832. Los jesuitas, en
su sistema de enseñanza tienen, como rasgo más notorio, la disciplina
La pedagogía de los jesuitas surge para afianzar el poder del Papa y
fortificar la iglesia amenazada por la reforma protestante, su objetivo
fundamental es poner al servicio de la iglesia católica al hombre disciplinado
y su enseñanza estaba estrictamente dirigida a orientar a los alumnos en su
independencia personal.
La formación que ofrecían era esencialmente literaria, basada en las
humanidades clásicas, puramente formal y gramatical, las diversas disciplinas
se introducen como ciencias auxiliares del humanismo.
Esta enseñanza que desarrollaron
exitosamente los jesuitas, se extendió a toda la enseñanza religiosa en sus
características fundamentales.
Durante el Renacimiento se da la
recuperación plena del saber de Grecia y Roma, y nace el nuevo concepto
educativo del Humanismo a lo largo del siglo
XVI, continuado durante el Barroco por la doctrina en la educación sumamente estricta en el
ámbito pedagógico y con el colofón ilustrado del siglo XVIII.
Sobre la base de lo anterior, debemos ver que
sucedido y que ha ocurrido en nuestra Nación con la educación en general y en
especial con la Educación Superior; así podemos observar, que la Educación
Superior en el Istmo de Panamá empezó gracias a los esfuerzos de un sacerdote de la Compañía de Jesús, nacido en territorio
panameño llamado Francisco Javier de Luna y Victoria, que en el año 1749 con
autorización real, fue fundada en la residencia de los Jesuitas en Ciudad de Panamá la primera Universidad
de Panamá denominada “La Real y
Pontificia Universidad de San Javier”.
Sin embargo, la misma se vio truncada y
subsistió hasta el 28 de agosto de 1767, cuando se consumó la expulsión de los Jesuitas en las
colonias españolas en América ordenada por Carlos III de España, y por ser Panamá
parte del dominio del Imperio Español, sufrió la
consecuencia de esta medida real y se perdió un centro del saber que estaba
ayudando al desarrollo del Istmo.
En la edad contemporánea en los siglos
XIX-XXI, nacen los actuales sistemas educativos, que en su mayoría son
organizados y controlados por el Estado.
Así tenemos que en nuestra Nación, a pesar de
las limitaciones económicas, pues apenas se salía de la gran crisis económica
mundial de los años treinta y con el escaso recurso humano, el Presidente Harmodio Arias
Madrid,
tuvo la voluntad política y visión de estadista, para impulsar la fundación de
la Universidad de Panamá, la cual fue creada mediante el Decreto Ejecutivo N°
29 de 29 de mayo de 1935, como centro de enseñanza oficial para la Educación Superior.
Con el devenir de los años en nuestro País la
oferta educativa a nivel superior se fue
incrementando y en la actualidad hay 42 universidades, entre públicas y privadas, que tienen permiso de operación, pero solamente hay 19 universidades que han cumplido con el proceso de acreditación según
la Ley No. 30 de julio de 2006.
En consecuencia, lo que tenemos que establecer
en nuestra República como Política de Estado, es que tipo de educación superior
queremos para nuestra juventud.
Sobre esto último, en reciente entrevista
brindada el 20 de agosto de 2013, la líder educativa Noemí Castillo, comento lo
siguiente, “Los cambios en las políticas educativas toman
tiempo; es decir, un horizonte de treinta años
es adecuado para ver cambios profundos
en el sistema educativo; eso es lo que se ha hecho en Singapur, Taiwán,
Korea, Honk Kong y otros países en que con los cambios se han obtenidos de sus
estudiantes altos desempeños.”
También comento, que en
materia de Educación, “Las políticas son
de largo plazo y trascienden los gobiernos, eso es lo que sucedió en el caso de
Chile. Un grupo de personas bien
informadas y con visión de país, son decisivas en la implementación de los
planes y programas,” para una Nación.
Sobre la base de lo anterior, estimo que,
debemos analizar, corregir y eliminar lo pernicioso en nuestro sistema
educativo para enrumbar el futuro de la Educación en General, incluyendo la
Educación Superior, por el camino de la excelencia y calidad acorde a las
necesidades de nuestra niñez y juventud Panameña.
Lo anterior lo podemos lograr, si como País,
adoptamos como Política de Estado, el
sistema educativo que estimemos que es el mejor, y no permitirle a nadie que utilice
el tema de la Educación, como una propaganda mediática electorera.