¡Panamá!
Narran los libros
escolares de historia de Panamá, que el origen del nombre de nuestra nación tiene
varios significados, uno porque había muchos árboles frondosos en esta región a
los que los aborígenes le llamaban Panamá; el segundo, porque en la época que
se descubrió Panamá, el mes de agosto, había abundancia de mariposas, lo que en
lengua indígena se denomina Panamá y, finalmente, porque había una aldea de
indígenas pescadores y ello significa “abundancia de peces”.
En años recientes,
a los visitantes a nuestra ciudad y país les llama la atención la cantidad de
árboles que aquí existen y lo han denominado “Panamá la Verde”, por tener
bosques y flora que producen precipitación pluvial y, con eso, nuestras
quebradas, riachuelos y ríos tendrán abundancia de agua. Sin embargo, en las
últimas décadas propios y extraños han generado una corriente devastadora para
realizar desarrollos comerciales, habitacionales e industriales que, si bien es
cierto son buenos, sus efectos de mitigación del impacto de la deforestación,
pareciera que no son los adecuados.
Además, cuando se
sobrevuela el territorio de las provincias de Darién, Panamá, Veraguas y
Chiriquí se observa la deforestación de nuestra flora y bosques naturales por
actividades de pastoreo extensivo y lo más impactante, es que en parte de las
provincia de Veraguas y Coclé –donde se han realizado o realizan explotaciones
mineras desde hace más de dos quinquenios– la deforestación es rampante y los
caudales de los ríos cerca de las explotaciones mineras se tornan rojos, como
si les hubieran arrancado un tajo a las entrañas de la Nación, producto de la erosión
de los suelos al quedar carentes de vegetación y bosques.
Los hechos
indicados son ciertos e irrefutables y conducen a las siguientes preguntas y
respuestas.
¿Tiene nuestra nación vocación minera como Chile, México o Perú,
cuyas explotaciones mineras en su mayoría están en áreas desérticas? No.
¿Qué beneficio
sustancial inmediato obtenemos como nación, si permitimos que se destruyan
nuestros bosques, vegetación, flora y se alteren los ecosistemas? Ninguno.
¿Vale la pena
devastar nuestros bosques, vegetación, flora y alterar los ecosistemas, so
pretexto de todo el cobre, plata u oro del mundo? La respuesta es, un rotundo
No.
Lo que debemos
hacer para mitigar la deforestación es revisar las normas legales que brindan
incentivos tributarios para reforestar, y las que establecen políticas y planes
para mejorar el ordenamiento forestal y del ambiente.
Por ello, es de
suma importancia que nuestro país adopte una política de Estado para continuar
con los planes, programas, actividades de reforestación y mejoramiento
ambiental de manera ordenada, buscando repoblar el territorio con especies
nativas que permiten un cultivo adecuado y comercial de los bosques en todo su
ciclo, con especies nativas como el cedro espino, cedro amargo, caoba; con
especies ornamentales o de sombra como el espavé, corotú, guayacanes, y con
especies frutales como mangos, marañón, guanábana o cacao.
Todo lo anterior,
permitirá que tengamos mayor precipitación pluvial, abundancia de agua, flora de un verde
exuberante, fauna, peces y árboles, eso es Panamá,
protejámoslo.*
Publicado. 03/10/10. Actualizado por el autor. 29/06/14//laco*